Golpe por golpe (III)

Quizás el boxeador siga existiendo, aunque es posible que el espectador de box haya desaparecido. Cada tanto, en el interior del país, uno ve boxear a un campeón mundial, y hace un poco más de un año el Luna Park volvió a abrir sus puertas al boxeo. Pero en la Capital, solo la Federación Argentina de Box, en la calle Castro Barros, se sostiene como el último reducto de un lujo que se perdió. Como tantos otros, me he convertido en un espectador televisivo del box; la voz de Osvaldo Principi me devuelve alguna pelea que ya fue. Como los boxeadores, me entreno haciendo sombra con peleas del pasado.
El ring side era el lugar reservado para la gente importante: los actores y los políticos. En la noche del Luna, más de una vez se vio la cara de Perón. Todavía en Las Vegas, en alguna pelea por el título, se puede encontrar a Jack Nicholson, que es un familiar de las noches de boxeo.
El ring side era el lugar reservado para la gente importante: los actores y los políticos. En la noche del Luna, más de una vez se vio la cara de Perón. Todavía en Las Vegas, en alguna pelea por el título, se puede encontrar a Jack Nicholson, que es un familiar de las noches de boxeo.
Es posible que los tiempos violentos y una ideología reactiva hayan hecho caer el box en desgracia. El boxeo se ha vuelto poco. Conciertos, actos políticos y circos venidos de Moscú o de China han opacado el brillo del Luna. Nadie sueña con ser boxeador. La última gran historia de vida que recuerdo es la de Carlos Baldomir, ese boxeador santafesino que se vaticinó a sí mismo, ya grande, que llegaría a campeón mundial. Y así lo hizo. Pasó de la venta ambulante de plumeros al máximo honor en el ring.
Ahora que el negocio del box se ha transformado en la dama de compañía de los grandes casinos, las noches del Luna dejaron de ser veladas y se convirtieron en eventos. Para mí, el box sigue siendo, a pesar de su fuerza bruta, algo frágil que se resume en aquella expresión del ambiente del boxeo que podía cambiar la vida del boxeador y la del hincha en apenas un segundo: mandíbula de cristal.
[Luis Gusmán - "Mandíbula de Cristal" / ADN Cultura, Diario La Nación]

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