El lockout acecha a la NBA


Durante la temporada 1997/1998 un joven Kevin Garnett se afirmó definitivamente como el jugador franquicia de los Minnesota Timberwolves: drafteado quinto en 1995, KG firmó un nuevo contrato por seis años a cambio de US$ 123.500.000. Su millonaria rúbrica convulsionó la NBA. Los dueños de las franquicias tomaron ese hecho como el símbolo máximo de un terrible desfasaje económico que era imperioso frenar. Trece años después Garnett, convertido en figura y campeón con los Boston Celtics, podría vivir una revolución similar a la que aconteció en la previa de la fase regular de 1998/1999.

Michael Jordan condujó a los Bulls a su sexto campeonato en las finales ante Utah Jazz. El sexto partido, un ajustado 87-86 favorable a Chicago, marcó el retiro momentáneo de Su Majestad hasta su regreso a Washington Wizards en 2001. MJ no podía simplemente decir adiós: definió el partido sobre la chicharra con un doble inolvidable, una jugada memorable que solo podía ser autoría del mejor de todos los tiempos. Esa agónica hazaña, una más en la carrera de His Royal Airness, fue la última imagen de la NBA durante varios meses. El conflicto entre dueños y jugadores había estallado hace tiempo.

David Stern, un abogado estadounidense de origen judío nacido en Nueva York a mediados del siglo veinte, fue elegido el primero de febrero de 1984 como Comisionado de la liga más importante del mundo basquetbolístico. Para su fortuna apareció un tal Michael Jordan ese mismo año. Elegido por los Bulls en el tercer puesto del Draft, reinventó al básquet en todo sentido. Stern, abusando de la misma inteligencia que lo llevó a ser el dueño de la NBA, explotó al máximo la "marca Jordan" y provocó un boom marketinero alrededor de la figura del mejor de todos. Una de sus primeras decisiones fue implementar el Collective Bargaining Agreement (CBA). El Convenio Colectivo, tal como se lo conoce en castellano, es un contrato legal entre la Liga y la Asociación de Jugadores (NBPA) que obliga a los dueños a compartir los ingresos totales en un porcentaje preestablecido con los deportistas.

Después de un título más de la dinastía de los Bulls, la NBA entró en crisis no solo por el retiro de Jordan, un gancho al hígado para las ventas. El CBA firmado en 1995 quedaba obsoleto ante la queja de los dueños de las franquicias por la inflación salarial. La mayoría de los equipos habían cerrado la última temporada en déficit. Menos de un tercio de los integrantes de la Liga habían tenido superávit y el futuro no era promisorio: Scottie Pippen, Karl Malone, Clyde Drexler y Charles Barkley se convertían en Agentes Libres y su renovación, teniendo en cuenta los parámetos establecidos con el caso Garnett, se predecía multimillonaria.

"Según el Convenio Laboral firmado con la NBPA en 1995, la proporción que ellos debían recibir con respecto a los ingresos globales de la NBA era de casi el 52%. En la última temporada el porcentaje se incrementó, sin justificación, hasta el 58%". Russ Granik, Presidente de la USA Basketball y mano derecha de Stern, justificaba con esas palabras las quejas de los patrones ante el desfasaje económico. Como si la situación de ese entonces no fuera el resultado de una cadena de interminables despropósitos financieros aprobados por ellos mismos.

Durante el transcurso de la temporada dirigentes y jugadores se reunieron con asiduidad en busca de una solución que satisfaciera y dejara conformes a ambas partes. Nunca llegaron a un acuerdo. En los últimos meses de la temporada regular comenzaron a circular los rumores de un inminente lockout una vez concluídos los playoffs. Los jugadores se declararon en huelga y los dirigentes respondieron con el cierre patronal: apelaron la decisión ante la justicia laboral argumentando la ilegalidad de sus actos pero los árbitros le dieron la espalda y aprobaron la decisión de los propietarios.

La confrontación, el tira y afloje entre las pretensiones de ambas partes, duró cuatro meses y tuvo consecuencias importantes: En el Mundial de Grecia 1998 no hubo Dream Team IV (Jordan, Rodman, Pippen y todos los NBA se bajaron, incluso jugadores extranjeros como Steve Nash y Vlade Divac), el All Star nunca se disputó y solo se jugaron cincuenta de los ochenta y dos partidos habituales de la temporada regular. Aquella temporada terminó con San Antonio Spurs conquistando el primero de sus  cuatro anillos con un joven Tim Duncan y el experimentado David Robinson en el plantel. El mercado europeo, mientras duró el parate obligado por los dueños, recibió varios NBA: el caso más resonante fue el del nigeriano Michael Olowokandi que, número uno del Draft del 98, cruzó el Atlántico para vestir la camiseta del Kinder Bologna. El lituano Arvydas Sabonis, considerado uno de los mejores europeos de la historia, abandonó Portland para retornar al Zalgiris Kaunas de su país. Turquía y Grecia, especialmente el Olympiakos de Fabricio Oberto y el Panathinaikos de Bodiroga, eran atractivos para los yankees que decidieron emigrar en busca de dólares y minutos asegurados.

"Una vez que hay lockout, las ofertas son siempre peores" declaró hace poco Stern, el Julio Humberto Grondona de la NBA. Trece años después del último lockout, el momento más crítico en la historia del básquet norteamericano, la Liga corre peligro. El CBA firmado en 1999 y extendido en junio de 2005 concluye su vigencia en el treinta de junio del presente año. En el epílogo del siglo pasado patrones y la Asociación de Jugadores acordaron un Convenio Patronal en donde se establecieron salarios mínimos y máximos, donde se implementaron impuestos por riqueza y límites salariales para la conformación de los planteles, una decisión inteligente para mantener la paridad en el certamen más atractivo del planeta naranja. Hoy por hoy, quince de los treinta equipos que participan de la NBA son altamente competitivos y contendientes al anillo de campeón.

El cierre de operaciones acecha de nuevo. La propuesta de Stern, avalada por los dueños, consiste en la reducción de un 30% de los sueldos, lo que depararía una ganancia de entre 700 y 800 millones de dólares a la NBA. Actualmente las treinta franquicias sufren pérdidas de alrededor de 400 millones. Los jugadores, con Dereck Fisher a la cabeza como Presidente de la NBPA, rechazan la oferta. Ya son varias las restricciones que sufren: su salario varía según su antiguedad y su condición en el equipo para el cual juegan. El lockout no solo afectaría al básquet yankee sino también al básquet FIBA ya que los jugadores que militan en franquicias de la Liga Estadounidense podrían tener complicaciones para ser asegurados de cara a los preolímpicos. Germán Vaccaro, presidente de la Confederación Argentina de Básquetbol, lo confirmó: "Si no tienen una póliza de seguro, ninguno de los NBA va a entrenarse o a jugar".

Ante la decisión de los dueños de ponerle un alto momentáneo a sus franquicias los jugadores amenazan con una diáspora masiva. Kobe Bryant, símbolo de los Lakers y del básquet NBA del siglo XXI, no tembló al afirmar que jugaría en Europa en caso de un lockout. El escolta cinco veces campeón y MVP de la temporada 2008 sería uno de los más afectados con el recorte salarial: es el mejor pago de la Liga con 24.806.250 millones de dólares anuales. Brandon Jennings, joven estrella de Milwaukee Bucks, deslizó la posibilidad de volver al Viejo Continente (jugó en Italia el año anterior a ser drafteado). Danilo Gallinari, Tony Parker, Marc y Paul Gasol y el argentino Andrés Nocioni confirmaron que cambiarían de aires sin dudarlo.

Adam Silver, nueva mano derecha de Stern, deja un ejemplo bien claro de las consecuencias que tendría un, inevitable según sus declaraciones, nuevo límite salarial: "Por ejemplo, los tres jugadores clave de los Heat (LeBron, Wade y Bosh) tienen fijado un aumento porcentual del 10,5 de su salario mientras que el crecimiento del negocio de la liga ronda el 3%. Es un sistema roto". En caso de llegar a un arreglo, sin ser drástico para los jugadores, igualmente produciría cambios en varios de los planteles. Dallas, flamante campeón, no podría mantener el gran plantel que conquistó el primer anillo de la franquicia texana.

El anterior lockout mantuvo en vilo al básquet mundial durante cuatro intensos meses de negociaciones. Si las dos partes no se pusieron de acuerdo para el primero de julio, la NBA estará totalmente cerrada a cualquier operación y recién se reabrirá cuando lleguen a un acuerdo. Los fanáticos esperan que sea lo más pronto posible. Los dueños, los jugadores y Stern, también.

Escrito por Matías Baldo en viernes, junio 17, 2011. Etiquetas , , , . Puedes seguir cualquier respuesta a esta entrada mediante el RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta o trackback a esta entrada

2 comentarios for "El lockout acecha a la NBA"

  1. FabrizioCiclismo 1:52 PM

    Muy buen informe!!
    Igual agregaría que tambien les quieren cagar ciertas clausulas que realmente benefician a los jugadores (no sólo a los multimillonarios).

  2. Davor 1:46 AM

    Buen post. Vale agregar que el problema nunca es (ni lo dicen en EEUU) que los mejores cobren muchísimo. El problema son los contratos asegurados, multimillonarios y a largo plazo a jugadores que terminan no valiendo lo que se les paga. Generalmente estos contratos se dan por un buen año de juego, o por el exceso de demanda de determinado tipo de jugadores. Casos como los de Rashard Lewis (tuvo un grandísimo último año de contrato, después volvió a su mediocre realidad con una millonada asegurada) y el de Eddy Curry (cobró muchísimo tiempo como una estrella, mientras estaba fuera de forma y sin jugar en los Knicks) son paradigmáticos. Y el principal problema, de última, no es la capacidad de ofrecer estas cantidades de dinero a los jugadores, sino que los General Manager lo hacen directamente mal.
    Por otro lado, el probable lockout tiene que ver también con la necesidad de establecer un "tope salarial" de tipo "duro". El actual se considera "blando" porque los equipos pueden excederlo a partir de las excepciones de distinto tipo (mínima, bianual, las distintas "bird exception", las de "mid-level") cosa que favorece un poco más a aquellas franquicias capaces de gastar más dinero. Un tope de tipo "duro" significaría, básicamente, que de ninguna forma los equipos pueden superar el número. Probablemente la liga se termine decantando por esta opción, manteniendo la del salario mínimo como única excepción.

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